Septiembre 2023

Espacio de reflexión para acompañar el crecimiento de nuestros hijos.

Este mes les proponemos los siguientes temas:

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Cómo ayudar a tus hijos a dormir solos: 9 consejos para lograrlo

Sabemos que el sueño adecuado ayuda a que los niños se porten mejor, se sientan bien, funcionen bien y tengan menos conductas problemáticas.

Tras los primeros meses, en los que el niño duerme en la habitación de los padres, empieza el proceso de adaptación a dormir solo. Muy diferente en cada caso y en cada núcleo familiar.

Lo que debemos tener claro es que el niño debe sentir cómodo en su habitación, seguro y para ello, es esencial, que pase buenos ratos en ellas. Es aconsejable, también, que haya un horario regular y una rutina antes de dormir. De esta manera, asociará determinadas acciones a qué es la hora de irse a la cama. Por ejemplo, lavarse los dientes, ponerse el pijama, leer un cuento…

Debemos evitar que el niño se duerma fuera de su cama.

Dormir solo: una nueva etapa en su desarrollo

El ritmo de “irse durmiendo” es diferente en cada niño y hay que saber darles la información que necesitan, explicarle los límites, darle seguridad… Y siempre deben saber que estarás disponible para ellos.

No puedes olvidar que irse a dormir implica una separación y, por lo tanto, irá acompañado de una mayor autonomía, es decir, un salto a otra etapa de su desarrollo.

Irse a dormir a su cama implica estar solo y a oscuras, lo cual puede ser inquietante. Por eso, está bien acompañarle un rato, contarle un cuento y dejar una pequeña luz encendida hasta que se duerma. Hay que explicarle que si no se duerme, al día siguiente no lo disfrutará jugando porque estará muy cansado y que los sueños pueden servir para vivir nuevas aventuras.

Para algunos niños, este momento lo utilizan para castigar a sus padres, cuando hay problemas con el vínculo que tiene con ellos, en determinados momentos. En ocasiones, también puede costarle irse a dormir solo debido a que no tiene límites y se le permite hacer todo lo que quiere.

Consejos para que tus hijos duerman solos en su habitación

  • 1. Es bueno que pase tiempo en su habitación, para que lo asocie a momentos divertidos.
  • 2. Si se despierta de noche, es mejor ir a calmarle a su cama.
  • 3. Que tenga cerca sus peluches y sus juguetes favoritos. Le dará confianza.
  • 4. Crear el hábito de contarles un cuento, les relaja.
  • 5. Acostarles y levantarles a la misma hora, también es bueno romper esa rutina los fines de semana.
  • 6. No acostarles tras cenas muy copiosas.
  • 7. No ver la tele, antes de dormir.
  • 8. Irse relajando antes de cenar: cero estrés.
  • 9. Cuidado con el exceso de azúcar en la cena. El azúcar tiene un efecto excitante.

¿Cómo gestionar los miedos nocturnos de tus hijos?

A partir de los dos o tres años a los niños se les dispara la imaginación y los miedos nocturnos son más frecuentes. Sin embargo, no saben expresar que sienten ese miedo y por eso son frecuentes frases como: «Quiero agua», «tengo pipí», «¿puedo dormir contigo?…

Es importante que intentemos hablar esta situación al día siguiente para poco a poco reducir su ansiedad. También es necesario fomentar su autonomía como dejarle que se vista solo, que se lave los dientes, ate los zapatos… Todo este tipo de acciones les ayuda a tener una actitud de valentía y superación que es esencial a la hora de afrontar los miedos nocturnos y las pesadillas.

Cuando el niño llama a sus padres por la noche es porque no ha desarrollado las estrategias necesarias para relajarse y enfrentarse a sus miedos

¿Qué son las pesadillas?

Las pesadillas suelen darse en la segunda mitad de la noche en forma de sueños que les hacen despertarse llorando o con mucho miedo. En ese caso, es importante ir a su habitación y quedarse con él hasta que se tranquilice con frases como: «Nada te puede pasar, estoy a tu lado».

Además, es bueno que cuente el sueño y así será ira dando cuenta de que no ha sido real.

¿Qué son los terrores nocturnos?

Los terrores nocturnos son más frecuentes en niños de edad preescolar y suelen ocurrir en la primera mitad de la noche, más o menos a las dos o tres horas después de dormirse.

Normalmente, se sientan en la cama llorando aterrados, sudando, respirando rápido incluso gritando, ausentes y pueden llegar a no reconocer a los padres. No se suelen despertar del todo y tampoco lo recuerdan al día siguiente.

Cómo reaccionar ante un terror nocturno

  • No le despiertes.
  • Mantén la calma; suelen ser muy alarmantes para los padres.
  • Espera con paciencia, lo más probable es que se vuelva a dormir tranquilo enseguida.

Suelen ser más frecuentes en niños cansados o con mucho estrés, en niños que duermen lejos de su casa o en aquellos que no duermen lo suficiente. No ocurren tan a menudo como las pesadillas

Consejos para disminuir los terrores nocturnos en tus hijos

En general es aconsejable:

  • Reducir su nivel de estrés.
  • Establecer una rutina relajante antes de dormir.
  • No dejar que se canse excesivamente.

Si son demasiados frecuentes o no lográs disminuirlos es necesario que consultes con un especialista que analice la situación y te pueda dar pautas más personalizadas.

Fuente:
www.katiaranzabal.com
Autor: Katia Aranzabal Barrutia
Psicóloga Infantil y Juvenil

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¿Por qué a mi hijo le cuesta tanto hacer caso a la primera?

Aun teniendo claro que no debemos pretender obediencia ciega en los niños porque es contraproducente para ellos, pedirles algo sencillo como que vayan a cenar y que ‘ignoren’ la petición puede llegar a exasperar. ¿Qué hacer en esos casos?

Criar a un hijo es un auténtico reto. Más aún cuando los padres están dispuestos a hacerlo teniéndole a él en cuenta, a sus necesidades, e intentando inculcarle principios a través de la disciplina positiva. Cuando en medio del esfuerzo que eso supone (y con el cansancio añadido de los quehaceres diarios) le pides algo aparentemente sencillo, como ir a la bañera, a cenar o a vestirse, y no te hacen ‘caso’, puede llegar a exasperar. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo ‘convencerlos’ para que hagan lo que se les pide en ese momento sin recurrir a gritos ni a castigos? Lo consultamos con Helena Ruiz Pino, especialista en comunicación familiar, coach y creadora de la metodología My Family Lab (@myfamilylab), que nos indica una serie de pautas imprescindibles a tener en cuenta.

¿Por qué algunos niños no hacen caso a la primera?

Es curioso cómo a veces creemos que la situación ideal es que nuestros hijos nos hagan caso a la primera… Esto es algo que se repite de forma constante con todas las familias con las que trabajo; muy a menudo, como padres, estamos tan agotados que necesitamos que nuestros hijos hagan lo que les pedimos en el momento en que se lo pedimos, sin ni siquiera plantearnos las consecuencias que eso pueda tener en la autoestima y el desarrollo de nuestros hijos.

Pero lo cierto es que detrás de pretender que nuestros hijos nos hagan “caso” a la primera, hay un tinte de querer educar niños obedientes. Tanto en mis formaciones como en mis consultas individuales les suelo preguntar a los padres “¿estáis seguros de que queréis hijos obedientes?”. Obedecer implica esa idea de hago lo que tú quieres, cuando tú quieres, cómo tu quieres, por supuesto, a la primera y sin rechistar. Y eso, a la larga, puede ser muy contraproducente.

Si de pequeños les enseñamos obediencia tendrán tendencia a la sumisión, no aprenderán a tomar decisiones porque nunca se les ha permitido tomarlas y tenderán a comportarse de una determinada manera por agradar a los demás.

Fomentar esto durante la infancia es peligroso; y cuando se convierten en adolescentes… ¡pues mucho más! La adolescencia es una etapa marcada por la necesidad de pertenecer al grupo, con lo que si desde pequeño no se ha fomentado que yo tenga mi propio criterio ante las cosas, es mucho más probable que tome decisiones arriesgadas en función de lo que los demás opinen, en lugar de plantearme si es adecuado o no.

Afortunadamente, hoy en día las estructuras en todos los ámbitos ya no son tan verticales: ni en las familias, ni en las escuelas, ni en las empresas. En estas últimas, por ejemplo, ya no se buscan jefes, se buscan líderes a los que sus equipos quieran seguir porque creen en sus valores. Y exactamente a eso deberíamos aspirar como padres: a convertirnos en líderes para nuestros hijos. Precisamente porque la sociedad y las estructuras han cambiado tanto, los “porque yo lo digo y punto” han dejado de tener efecto con nuestros hijos.

Sabemos que no es recomendable inculcarles obediencia sin más, que lo adecuado es hacerlos responsables, pero ¿cómo actuar siguiendo estas premisas si le pides algo, por ejemplo, ir a cenar, y te ignoran?

Es tremendamente importante que entendamos cuál es el origen detrás de esos comportamientos de nuestros hijos, especialmente esos que nos sacan de quicio y nos roban la calma; es decir de lo que comúnmente llamamos malos comportamientos.

Me gusta hacer la siguiente analogía: cuando tus hijos son pequeños y se ponen pachuchos es normal que le suba la fiebre; entonces, les damos antitérmicos que todos los padres conocemos, como Dalsy o Apiretal. Pero en realidad, nuestro pequeño no se cura, se siente mejor porque conseguimos que baje la fiebre; no obstante, esta volverá a subir en unas 4 ó 6 horas y, definitivamente, tendremos que ir al pediatra para saber el origen que está provocando la fiebre: ¿una otitis?¿una bronquiolitis? Porque en función de eso, necesitará una medicina u otra…

Con los malos comportamientos pasa exactamente igual. El problema es que lo que nosotros vemos es el síntoma (esa fiebre…): la mala conducta, que mi hijo me ignora, que me contesta mal, que me reta o que me lleva la contraria… Y entonces aplico herramientas educativas en formato de antitérmico como castigos, amenazas, premios, sobornos… y esto hace que a veces la conducta cambie momentáneamente, pero enseguida vuelve a aparecer, porque en lugar de pararme a entender qué es lo que está ocurriendo para que mi hijo tenga esa necesidad de retarme, me estoy centrando en la conducta en sí.

Como padres y madres es fundamental que aprendamos a observar más allá de la conducta de nuestros hijos y entrenemos nuestra mirada para ver más allá del comportamiento. Si no quieren ir a cenar y te ignoran, no deberíamos centrar la energía en intentar que cenen; si no en entender qué está sucediendo para que se comporten así.

Coach familiar©Helena Ruiz Pino
Helena Ruiz Pino, especialista en comunicación familiar y coach

¿Cómo actuar cuando le pides que haga o deje de hacer algo y justo hace lo contrario?

Nuestros hijos necesitan satisfacer su necesidad emocional de importancia. Esta necesidad hace referencia a que nuestros hijos se sienten importantes y capaces, a que sienten que contribuyen a este equipo que es la familia, a que tienen algo de control sobre su vida y tienen cierto poder personal. Para satisfacer esa necesidad nuestros hijos necesitan sentirse respetados, tenidos en cuenta y parte de un equipo.

Por lo tanto, cuando tomamos todas las decisiones por ellos y les hacemos sentir ninguneados, van a sentir insatisfecha esa necesidad de importancia. Cuando esa necesidad no está cubierta, nuestros hijos van a buscar la manera de sentirse importantes entrando en luchas de poder con nosotros, ya sea ignorándonos o haciendo lo contrario de lo que les decimos.

La mejor manera de conseguir que quieran colaborar es que se sientan conectados a nosotros y que usemos estrategias que les hagan sentir importantes, tenidos en cuenta y capaces de manera proactiva.

¿Qué debemos hacer para que respondan cuando se les pide sin caer en premios, castigos ni amenazas?

Tenemos que tener en cuenta que, tanto los premios como los castigos, que a priori parecen estrategias tan antagónicas, son como dos caras de la misma moneda. Con ambas estrategias lo que estamos haciendo es incorporar un estímulo externo para modificar la conducta de nuestros hijos: si lo haces bien, te premio; si lo haces mal, te castigo. Cuanto más alta es la motivación externa que recibo para hacer algo, más baja la motivación interna que tengo para hacerlo.

Utilizar este tipo de estrategias hace que nuestros hijos se sientan desconectados de nosotros y que no tienen ningún tipo de poder ni de control, lo que paradójicamente aumenta su necesidad de seguir teniendo comportamientos disruptivos. Es como la pescadilla que se muerde la cola…

Ya lo decía Jane Nelsen, una de las creadoras de la disciplina positiva: “De dónde hemos sacado la loca idea de que para que un niño se porte bien antes tenemos que hacerle sentir mal”. Por tanto, la estrategia para no tener que recurrir a este tipo de herramientas es exponer a nuestros hijos a situaciones que les hagan sentir de manera positiva que tienen poder personal y control, que son importantes y que su contribución al equipo es fundamental.

¿Y si te responde de malos modos?

Aquí es fundamental validar eso que está sintiendo, recordar el límite y ayudarle a encontrar maneras más respetuosas de mostrar su enfado: “Veo que te ha enfadado muchísimo cuando te he pedido que apagaras la tele. En esta casa nos hablamos desde el cariño y el respeto. ¿Cómo podrías decirme lo mismo de otra manera?”.

Nuestros hijos tienen que saber que las emociones que sentimos son siempre lícitas y, al mismo tiempo, nuestra responsabilidad es enseñarles a canalizar esas emociones sin hacer daño a los demás.

¿Cuándo es falta de madurez asociada a la edad y cuándo un verdadero problema de comportamiento?

No hay una respuesta universal para distinguir entre falta de madurez asociada al nivel de desarrollo y un verdadero problema de comportamiento, ya que cada niño tiene ritmos, habilidades y desarrollos diferentes…

Por lo general, tenemos expectativas poco realistas en cuanto a lo que se puede esperar de la forma de comportarse de nuestros hijos. Sus necesidades, intereses y prioridades son totalmente diferentes a las de los adultos. Una forma de valorarlo puede ser observar si el comportamiento problemático es consistente en diferentes entornos y con diferentes personas. Si el niño muestra el mismo comportamiento en casa, en la escuela y en otros lugares, esto puede ser un indicio de un problema de comportamiento más profundo.

¿Cuándo deben los padres buscar ayuda profesional?

A veces nos genera aprensión consultar a un profesional porque eso nos hace sentir que hemos fracasado en nuestro rol como padres. La realidad es que, igual que llevamos a nuestro hijo al pediatra cuando tiene fiebre, ante la duda de que pueda haber algún problema conductual, siempre es preferible consultar a un profesional que nos indique qué pautas debemos tomar.

Fuente:
Revista Hola
Autora: Elena Villegas
Fecha Publicación: 22/09/2023

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Los problemas más comunes de la adolescencia

Los problemas de la adolescencia son tema de gran preocupación para las familias, educadores y personas cercanas, que deben enfrentar y lidiar con situaciones que muchas veces se escapan de las manos.

La adolescencia es la etapa entre los 10 y los 19 años, aunque algunos estudios apuntan que finaliza a los 25, coincidiendo con el inicio de la madurez. A lo largo de estos años, los jóvenes experimentan una serie de cambios a nivel físico y biológico, psicológico, social y sexual.

Es probable que la adolescencia sea la fase más turbulenta que puede vivir el ser humano, por la cantidad de cosas que desea experimentar y, en ocasiones, sin asumir los riesgos que conllevan. Además, surgen los primeros conflictos cuando el adolescente debe decidir por sí mismo.

Problemas comunes de los adolescentes

1. Problemas emocionales

En la adolescencia, las hormonas son las principales responsables de los cambios físicos. Eso conlleva problemas emocionales, porque están justamente en la etapa de transición entre niños y adultos.

También comienzan los impulsos sexuales que, si no están bien guiados, pueden generar vergüenza o culpa.

2. Trastornos alimenticios

Son cada vez más comunes los casos de anorexia y bulimia en jóvenes, tanto en chicos como en chicas. Estos problemas están estrechamente relacionados con la baja autoestima y cómo los adolescentes perciben su imagen corporal.

Es importante crear una rutina en torno a la hora de comer y que los alimentos sean ricos y variados. También se recomienda no lanzar mensajes negativos a los adolescentes sobre su imagen corporal y enseñarles a que se quieran por como son.

3. Relaciones sexuales sin protección

Los adolescentes tienen cierta incapacidad para apreciar los riesgos que conllevan sus conductas, como en las relaciones sexuales.

Cada vez, los adolescentes experimentan antes el sexo, y en muchas ocasiones sin ningún tipo de protección, lo cual se puede traducir en embarazos no deseados y en desarrollar alguna enfermedad de transmisión sexual.

En este aspecto, es muy importante la prevención y el abordaje de la sexualidad con normalidad.

Es vital que desde pequeños, adaptándolo a su nivel de desarrollo, se aborde el tema de la sexualidad con naturalidad, y cuando son adolescentes, conozcan los métodos anticonceptivos, sus características y sepan dónde pueden conseguirlos.

4. Consumo de sustancias

El consumo de alcohol y otras drogas ilegales es una práctica cada vez más extendida entre adolescentes y con una edad de inicio precoz, que según algunos estudios, ronda los 13 años.

En ocasiones, el consumo es consecuencia de la inadecuada gestión de las relaciones y del tiempo de ocio. Por lo tanto, y, para evitar el consumo precoz, debemos ofrecer a nuestros jóvenes alternativas de ocio en las que compartan el tiempo libre con su grupo de amigos y realicen actividades que les resulten satisfactorias.

También, tenemos que demostrarles que el consumo de alcohol y otras sustancias en la edad adulta debe hacerse siempre de manera responsable.

5. Adicciones sin sustancias

Los móviles y dispositivos electrónicos generan adicción. Cada vez más adolescentes se vuelven adictos a las redes sociales, a los videojuegos y a navegar por internet.

Internet es una herramienta muy poderosa y ofrece un sinfín de posibilidades. Por eso, es importante hacerles conscientes de un uso responsable.

Para evitar la adicción y que entren en páginas webs que fomenten algún tipo de comportamiento ilegal o perjudicial para ellos mismos (sectas, pandillas, trastornos de la conducta alimentaria, pornografía, etc.) hemos de marcar una serie de hábitos y consumo responsable.

Por ejemplo, marcar el tiempo de uso para que no interfiera con sus responsabilidades y la hora a la que debe desconectarse. También, que los padres puedan controlar el historial de webs o que puedan estar sentados cerca de ellos mientras se encuentran navegando.

6. Actitud temeraria

Los adolescentes no son capaces de anticiparse a las consecuencias directas de una conducta. Para evitar las consecuencias derivadas de estos comportamientos y prácticas, es importante que en casa exista un clima familiar en el que se hable de cualquier tema, sin tabúes.

Es importante que se sientan comprendidos para favorecer los momentos de intimidad y confíen en sus padres para contarles cuáles son sus amigos, qué planes tienen, qué hacen en sus ratos de ocio…

7. Problemas de relación

Los adolescentes suelen ser tímidos y, en ocasiones, introvertidos. Todo esto dificulta las relaciones. Aunque, por lo común, tienden a sentirse comprendidos e integrados en su grupo de iguales, se sienten cuestionados y con pocas ganas de abrirse a los adultos y a sus seres más cercanos.

Por ello, es fundamental crear un clima de confianza y cercanía en casa. Igualmente importante es poner límites, porque los padres no son colegas, y han de establecer los lazos adecuados para que exista una relación sana y de confianza.

8. Baja autoestima y obsesión con el cuerpo

El adolescente sufre cambios en su cuerpo, se encuentra en plena transición entre la niñez y la adultez. Intenta imitar los cánones de belleza que aparecen en los medios de comunicación y aquellos que son aceptados por los círculos en los que se desenvuelve.

La autoestima depende de nuestro propio concepto, lo que pensamos sobre nosotros mismos y, además, influye cómo nos tratan los demás y los comentarios que recibimos.

Para fomentar una alta autoestima en nuestros adolescentes, debemos mandarles mensajes positivos y animarles a que se quieran a sí mismos por como son y no por cómo les gustaría ser.

9. Ociosidad vs. ocio

La ociosidad alude al desaprovechamiento del tiempo libre. Muchos adolescentes no saben gestionarlo de una manera adecuada.

Por eso, es importante explicarles la diferencia entre tener tiempo libre y aprovecharlo haciendo actividades satisfactorias y que contribuyan a un buen estado psicológico y no malgastarlo sin hacer nada.

10. Pandillas y sectas

Este tipo de asociaciones y relaciones que surgen entre adolescentes tienen múltiples consecuencias negativas y por eso, es fundamental mantener bien alejados a nuestros jóvenes de estos contextos.

Este tipo de grupos no son los mismos ni tienen el mismo fin que el grupo de amigos que se reúnen para disfrutar juntos. En estos casos existen conductas delictivas e ilegales, como puede ser el consumo de drogas y la delincuencia.

Los chicos más introvertidos y vulnerables son carne de cañón para estos grupos, puesto que sus líderes saben cómo pueden aprovecharse de ellos.

Para evitar que nuestros jóvenes se asocien a este tipo de organizaciones, el trabajo comienza en casa, en un contexto en el que haya relaciones sanas y los adolescentes tengan referentes y figuras de apoyo.

Los padres y familiares cercanos deben estar pendientes de cómo son sus relaciones y si notan cambios en la conducta de los menores que puedan ser indicio de que algo no va bien.

11. Bajo rendimiento académico

Pueden ser múltiples las causas que conducen al bajo rendimiento académico y, también, variarán en cada adolescente. Entre ellas encontramos: falta de motivación, problemas de atención, falta de hábito o desconocimiento de técnicas de estudio, problemas emocionales, etc.

Es un problema que afecta a toda la comunidad educativa y, por lo tanto, los padres y los profesores deben trabajar conjuntamente por el bien de los alumnos.

En el centro educativo, deben motivar a los estudiantes a aprender, a interiorizar nuevos conocimientos y que no sea de manera impuesta.

En casa, es importante promover hábitos y rutinas de estudio, establecer horarios de trabajo en los que el adolescente no sea interrumpido, etc.

12. Accidentes de tránsito

Son comunes entre adolescentes, que pueden conducir un coche borrachos, drogados o sin conocer bien las leyes de tránsito. Por ello, es indispensable fomentar la responsabilidad cuando comiencen a conducir, y darles buenos ejemplos.

13. Bullying

El acoso escolar es uno de los problemas más serios que tienen los adolescentes. Detectarlo y combatirlo es asunto de padres y profesores, que deberán ayudar a quienes lo padecen.

14. Aislamiento

Los adolescentes tienden a aislarse, sobre todo porque no se sienten comprendidos. Eso hace que la depresión aumente, y la sensación de no tener apoyo. Es vital que la familia sea una red de contención.

Fuente:
www.lifeder.com
Referencias:
1. Preventing Drug Use among Children and Adolescents (In Brief). National Institute on Drug Abuse (NIDA).
2. Desarrollo en la adolescencia. Organización Mundial de la Salud.
Última edición el 27 de octubre de 2022.

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