Junio 2023

Espacio de reflexión para acompañar el crecimiento de nuestros hijos.

Este mes les proponemos los siguientes temas:

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¿Es bueno llorar delante de nuestros hijos?

Vivimos en un mundo en el que se nos ha enseñado a reprimir la tristeza y el llanto, como si expresar la emoción fuese un signo de debilidad o fuésemos a preocupar a los demás más de la cuenta con nuestras lágrimas o problemas.

Cuando los padres sienten ganas de llorar suele ocurrir que tienden a esconderse para que sus hijos no los vean. Pero, ¿hacemos bien en ocultarles esa parte intrínseca de la vida? Hablamos con dos expertas en educación y crianza para aprender a normalizar las emociones y crear así niños con recursos en inteligencia emocional.

Darnos el permiso de estar tristes

“No hay emociones buenas ni malas, todas son adaptativas y forman parte de la vida. Diría que somos la primera generación, o de las primeras, que están preocupándose en educar emocionalmente a sus hijos. Hay mucha gente que no ha aprendido a expresar lo que siente, que ha estado reprimida y luego le ha pasado factura. Gente que no sabe ponerle nombre a lo que le pasa porque no han recibido, desde pequeñitos, una educación emocional”, apunta Bárbara Gozalbo Maicas, psicóloga especializada en psicología y crianza.

La educación de nuestros hijos pasa por darnos el permiso de no ser perfectos. Es decir, de no ser esa madre siempre fuerte y todopoderosa que siempre está al pie del cañón. “Parece que las madres no pueden cuidarse porque deben estar siempre fuertes y, al final, eso deriva en una gran autoexigencia para nuestros hijos a futuro”, explica Adelaida Abruñedo, coach personal y familiar especializada en Disciplina Positiva, experta en Inteligencia Emocional y creadora del Método 2Positive Kids.

Por eso, Bárbara Gozalbo reconoce que no se trata sólo de sentir la emoción, también es importante cómo la gestionamos y eso es lo que tenemos que enseñar a nuestros hijos: “Es natural ponerse triste y enfadarse”.

“Ser padres es un trabajo, probablemente el más importante que existe, pero no nos enseñan a serlo”, añade Adelaida Abruñedo. Por eso, asegura que cuidarse a uno mismo para cuidar a los demás es clave en todo el proceso educacional. Es decir, apostar por nuestro propio bienestar emocional, que implica darse el permiso de no estar bien todo el rato y llorar cuando sea necesario.

“Para mí es muy importante que ni los niños nos vean siempre estupendos y felices, como si no tuviésemos ningún problema; ni siempre tristes o desganados. Lo fundamental es que exista un equilibrio para que, cuando sucede algún drama inevitable, nos permitamos expresarlo. De esta manera, los padres damos permiso a que nuestros hijos también se expresen”, recoge la experta.

Bárbara Gozalbo apunta que nuestros hijos nos tienen como modelo. Por eso, lo que hagamos en casa será lo que ellos vivan con normalidad: “Si nosotros les hablamos de lo que sentimos ellos nos y se entenderán mejor, aprenderán a conocerse. De igual manera, si nos ven llorar entenderán que es natural, en lugar de pensar que es algo incorrecto y que deben reprimir sus emociones”.

¿Y si se preocupan en exceso?

Adelaida Abruñedo nos cuenta que uno de los aspectos que ve mucho en consulta es que, como padres, volcamos nuestras propias creencias, preocupaciones y miedos en los niños u adolescentes, sobre todo en los más pequeños.

“A veces les contamos demasiadas cosas. Por eso, recomiendo ser prudente y lo que propongo, en caso de que vengan con preguntas preocupantes, es devolverles la pregunta. Es decir, que cuando nuestros hijos nos pregunten sobre algo que les preocupa, les contestemos algo así como ‘y tú qué crees’. Así partimos de lo que ellos han escuchado, lo que han interpretado… y desde ahí empezamos a contar el relato, adaptando el lenguaje a su nivel educativo, a su edad”, expone.

En la adolescencia ocurre exactamente igual: “Hay que adaptar el discurso a su lenguaje. Ya no son pequeños, pero también hay que preguntarles qué opinan ellos para no viciarles con nuestra opinión”. Nos recuerda que también es fundamental que sepan expresar sus emociones y que, si nos ven llorar, seamos capaces de contarles cómo nos sentimos. “Igual no es necesario dar detalles, pero en la medida en la que nos permitamos ser vulnerables ellos se abrirán más a nosotros”, concluye la experta.

Sin embargo, cuando el llanto o la tristeza son excesivos, cuando los niños nos ven llorando muy frecuentemente, en ese caso lo ideal es poner una gestión y mantener cierta distancia.

Si es algo puntual, si nos viene una imagen a la cabeza y nos ponemos a llorar, es importante hacerles una narrativa cuando pregunten qué nos pasa. “Para los más pequeños sería algo así como: ‘Estoy triste porque le han dado una noticia que no es agradable y por eso me siento mal. Cuando algo malo nos pasa es normal que nos sintamos tristes, que tengamos ganas de llorar o que no estemos tan alegres’”.

Además, Bárbara Gozalbo recomienda insertar el tema de las emociones en niños pequeños de manera natural a través de juegos, cuentos... todo eso sentará la base para la adolescencia.

También considera que de esta manera, y al contrario de lo que antes se podía creer antiguamente, educando en emociones formamos niños más seguros de sí mismos, con una mejora autoestima y niños más empáticos, algo fundamental para la vida.

En cualquier caso, se trata de normalizar el discurso de que el dolor forma parte de la vida y no podemos quitarles eso. “Seríamos seres poco adaptativos si ante el sufrimiento de una persona no sufriéramos. Ahí también estamos enseñándoles empatía. Yo siempre pienso que todas las cosas que nos pasan son oportunidades maravillosas para que nuestros hijos aprendan algo. Nosotros somos los mejores influencers de nuestros hijos”, razona la coach personal.

Y asegura que es bueno que nos permitamos entendernos a nosotros mismos y formarmos en inteligencia emocional. Es decir, que comprendamos nuestras emociones, las conozcamos y nos permitamos conocernos a nosotros mismos también.

“En este mundo en el que vivimos vamos con prisas de un lado a otro. Vamos anestesiando nuestro dolor o nuestras emociones con cosas que lo sustituyen, con el trabajo, Internet, unas compras o pasando olímpicamente de las cosas”, añade.

Para terminar, insiste que es importante la terapia o un profesional que te pueda acompañar; pero sobre todo, la clave reside en tomar conciencia de nosotros mismos y permitirnos dedicarnos tiempo para conocernos, cuidarnos, escucharnos, respetarnos… “Si yo me permito parar, llorar, cuidarme… mi hijo lo verá y aprenderá”.

Fuente:
Autora: Marta Díaz de Santosmadrid
Revista Hola
Fecha publicación: marzo 2022

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Comportamiento desafiante ¿qué es y cómo gestionarlo?

Durante los primeros años de vida (hasta los 4 años aproximadamente) es normal manifestar comportamientos desafiantes. Esto se debe entre otras cosas a que cuando los niños comienzan a percibirse como “personas”, buscan cierta independencia de sus padres y satisfacer sus necesidades de forma autónoma. Y aunque ya tienen capacidad para tomar algunas decisiones e incluso tener opiniones propias, no tienen las herramientas adecuadas para hacerlo bien. Se dejan llevar por sus impulsos y deseos, dejando de lado la parte de razonamiento lógico que aún está muy inmadura.

Si por algo se caracteriza esta etapa es por la necesidad de autoafirmarse. Esto quiere decir que tu hijo está comenzando a afianzar su personalidad. Necesita defender sus deseos y por eso desafía con frecuencia. De alguna manera, la palabra “NO” comienza a ganar protagonismo hasta convertirse en la primera respuesta para cualquier sugerencia. Por ejemplo: “Ponte el pijama”- “NO”; “Recoge tus juguetes”- “NO”; “Vamos a ver una peli”-“NO… Y así podríamos seguir enumerando infinidad de ejemplos.

El “NO” lo emplean no sólo para negarse a algo, también cuando están cansados, enfadados o incluso ante situación que podrían beneficiarles.

Esto se debe a que como decimos, no tienen el grado de madurez ni el nivel de lenguaje suficiente para hacerlo de otra manera.

Entendemos que esta actitud es agotadora y que tu paciencia tiene un límite. Es totalmente normal que te sientas desbordado y que en ocasiones, pierdas los papeles. Quizás te consuele saber que es una etapa y como todo, acaba pasando. Tu hijo no lo hace para fastidiarte ni para desestabilizarte, de hecho, en el fondo ni siquiera te está desafiando a ti sino a las normas y límites. Está definiendo su personalidad y para eso tiene que desligarse de los padres y establecer sus propias reglas del juego. Todo esto como ya hemos comentado, de una forma muy precaria ya que no tienen ni habilidades ni recursos para hacerlo correctamente.

¿Cómo gestionarlo?

A continuación, os exponemos algunas pautas que están pensadas para daros la confianza y habilidad de gestionar mejor esta situación mientras disfrutáis de los maravillosos años de la primera infancia.

1. No etiquetes a tu hijo

Esta actitud negativista no es un capricho de tu hijo. Por decirlo de alguna manera, no puede evitarlo.

Aunque es algo pesado para los padres, forma parte de su periodo natural de maduración. Hay que evitar etiquetar a los niños como “egoistas” “exasperantes” o “rebeldes”. Etiquetar es generalizar, además no queremos cambiar a nuestros hijos sino ciertas conductas o actitudes.

Seguro que ya conoces el efecto nocivo de las etiquetas por lo que te animamos a que cuando tengas que reprender, critiques el comportamiento y no a la persona. Por ejemplo, lo adecuado sería decir “Lo que has hecho no ha estado bien” en lugar de “Eres malo”

2. Valida sus sentimientos

Como ya hemos mencionado, el grado de inmadurez es grande por lo que la inmadurez de sus reacciones también lo serán. Una buena forma de afrontar sus actitudes desafiantes es validando sus emociones o posiciones. Por ejemplo: “Sé que no te gusta lavarte los dientes. Entiendo que te molesta tener que dejar de jugar para hacerlo”. Si te das cuenta en el ejemplo, no criticamos sus emociones y tampoco entramos directamente a criticar el comportamiento. Lo primero que debemos hacer es procurar es que se sienta entendido y no juzgado.

3. Importancia de los límites

Una vez que hayas validado sus emociones, hay que recordar la norma o limite y mantenerse firme. Siguiendo el ejemplo anterior, “pero tienes que lavarte los dientes porque es importante que mantengas tu boca limpia y sana”. Decir las cosas y actuar en consecuencia es más efectivo que amenazar o repetir órdenes. Ser consecuentes y constantes es la única manera de que las soluciones sean eficaces.

Si lo consideras oportuno, puedes ofrecer alguna alternativa pero sin saltarte la norma. Por ejemplo: “¿Quieres lavarte los dientes antes o después de ponerte el pijama?” Ofrecer alternativas aceptables les ayuda a reducir el comportamiento desafiante al percibir que tienen algo de control sobre la situación.

Antes de avanzar, queremos que tengas en cuenta algo importante. Asegúrate de que tu hijo tiene capacidad para hacer o entender lo que le estás pidiendo.

No es extraño que el niño desafíe porque falta de comprensión o habilidad. En estos casos, además de enseñar de forma más tradicional, puedes hacerlo mediante el juego. Por ejemplo: Escenificar la hora de la cena para practicar modales.

4. Céntrate en lo importante

En ocasiones el exceso de órdenes provoca que desafíen mucho y que aumente la probabilidad de que digan que no. Nuestro consejo es:

  • Dar menos instrucciones y poner un límite al número de peticiones u órdenes. Céntrate en lo que es realmente importante para ti.
  • Cuando lo hagas, explícalas paso a paso asegurándote de que te entienden.
  • Muy importante definir con palabras sencillas y comprensibles lo que queremos. Con voz sosegada y firme, sin levantar la voz.
  • Atrae su atención a través del contacto físico (cogerle la mano, acariciarle la cabeza…), mírale directamente… Los niños se distraen con mucha facilidad, conviene mirarlos a los ojos mientras se les pide algo.

5. Deja espacio para que tu hijo exprese sus emociones

A veces las conductas desafiantes esconden emociones como el enfado o la rabia. Utiliza estos momentos, para ayudarle a gestionar sus estados internos de forma correcta. Además, no siempre que tus hijos te digan “no” o tengan un comportamiento más desafiante será debido a la etapa en la que se encuentran. Pueden tener necesidades no cubiertas que intentan comunicar y a las que debemos prestar atención.

Una forma para permitir la expresión de emociones y necesidades es a través de las preguntas. Por ejemplo: “¿Qué es lo que te molesta?”, “¿Por qué no quieres hacer tal cosa…?”, “¿Cómo te sientes?”… De esta forma podrás conectar con tu hijo y comprender mejor qué le está pasando.

Reñirles cuando están enfadados no es de gran ayuda. Pueden volverse más agresivos y desafiantes. Una de las estrategias más eficaces es ayudarles a calmarse a través de tu escucha y comprensión.

No obstante debes recordar que para calmar a tu hijo, tienes que estar calmado tú. Si necesitas ayuda para conseguirlo, te recomendamos que veas este vídeo de nuestra “Escuela de familias”.

6. Elogia comportamientos deseables

Una sonrisa, un abrazo, un comentario positivo… Pequeños gestos que valoran y reconocen los comportamientos deseables. Por ejemplo: “Me gusta cuando respondes así”, “Te has comportado muy bien”…

Como siempre decimos, tan importante es corregir lo mejorable como reconocer lo que está bien hecho.

7. Enséñale otras formas de responder

Como hemos comentado, que digan tantos no puede ser debido a su escaso vocabulario. Te aconsejamos que cuando comprendas que puede responder de otra manera, le ayudes a expresarlo. Por ejemplo, sustituir el no por: ¿Puede ser que lo que te pase es que… “prefieres otra cosa?”, “… no te apetece ahora?”, “…estás cansado?” Con estas interacciones le ayudas a enriquecer su vocabulario y por tanto mejorar su comunicación.

En esta línea, se ha comprobado que cuando los padres utilizan un vocabulario más extenso y no abusan de los noes, los niños pueden adquirir antes otras formas de expresión. No hay que olvidar que somos modelos para nuestros hijos. Si queremos que amplíen su repertorio de respuestas, pueden hacerlo a través de nuestro ejemplo.

8. Favorece su autonomía

Como hemos dicho, estas reacciones desafiantes están motivadas en gran medida por su necesidad de autoafirmarse. Una forma de canalizar de forma constructiva esta necesidad es a través de la autonomía. Puedes observar en qué momentos se comportan de forma rebelde y dejar que tomen pequeñas decisiones en ese área, responsabilizarles de alguna tarea… Cosas que tienen poca importancia para ti, pero una gran trascendencia para ellos.

9. Acudir a un especialista

Aunque como hemos repetido esto es una etapa, es cierto que hay algunos niños que presentan reacciones mucho más intensas o que se mantienen más allá de lo esperado. A veces estas reacciones normales, pueden convertirse en patrones de comportamiento más difíciles de gestionar. Nuestro consejo es que si te sientes desbordado o si consideras que tu hijo presenta conductas demasiado intensas y que no responde a pautas como las anteriores, acudas a un psicólogo infantil. Podrá ayudarte en tu caso concreto y juntos encontraréis la fórmula para afrontarlo.

Estos consejos son útiles y pueden ayudarte mucho. No obstante, tendrás que armarte de paciencia ya que no es una etapa fácil.

La buena noticia es que no es eterna. Habrá momentos más duros que otros pero con tu ayuda y teniendo en cuenta estas pautas, tu hijo superará con éxito esta fase de su desarrollo.

Fuente:
Autora: Marta Díaz de Santosmadrid
Revista digital “Educamos en familia”
Fecha publicación: julio 2022

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Los 4 estilos de la Teoría del Apego y su importancia.

Me gustaría hablar hoy sobre los 4 estilos de apego de la Teoría del Apego, ya que, puede ayudarnos a explicar algunas de las dificultades que sufrimos en la infancia y también en la edad adulta. De esta manera, podemos llegar a comprender mejor lo que nos ha sucedido y lo que nos está sucediendo ahora.

La Teoría del Apego fue desarrollada por el psiquiatra británico John Bowlby en la década de 1960. Esta teoría se centra en las relaciones y los lazos que se establecen entre las personas, especialmente en las relaciones a largo plazo, incluidas las relaciones entre progenitores e hijos y entre parejas románticas. Para Bowlby nuestra autoestima, la capacidad de controlar nuestras emociones y la calidad de nuestras relaciones se ven afectadas por nuestro estilo de apego.

1. ¿Qué es el apego?

El apego se puede definir como un vínculo emocional profundo y duradero entre dos personas. Las relaciones de apego se caracterizan por buscar la cercanía del otro y sentirnos más seguros cuando estamos en presencia de la figura de apego.

Vamos a hablar más profundamente sobre este vínculo emocional que es tan importante para los seres humanos desde los primeros meses de vida del bebé hasta la edad adulta. Bowlby creía que los primeros lazos formados por los niños con sus cuidadores (generalmente, la madre y el padre) tienen un tremendo impacto que continúa durante toda la vida. Sugirió que el apego también sirve para mantener al bebé cerca de la madre, mejorando así las posibilidades de supervivencia del niño.

El tema central de la teoría del apego es que los cuidadores principales que están disponibles y respondan a las necesidades del bebé de manera adecuada, permiten al niño desarrollar una sensación de seguridad. El bebé sabe que puede confiar en su cuidador, lo que crea una base segura para que el niño explore el mundo.

«La confianza ilimitada en la accesibilidad y apoyo que pueden brindar las figuras de apego constituye la base de desarrollo de una personalidad estable y segura de sus propias fuerzas».

2. ¿Cuáles son los 4 tipos de apego?

Hay 4 estilos de apego diferentes que surgen en respuesta a la atención que reciben los niños de sus progenitores u otros cuidadores durante la infancia. Los cuatro estilos son: seguro, ansioso – ambivalente, evitativo y desorganizado. Veamos a continuación cada uno de ellos en más detalle.

2.1. Apego seguro

Los niños que tienen un tipo de apego seguro se enfadan visiblemente cuando sus cuidadores se van y están felices cuando estos regresan. Cuando están asustados, estos niños buscarán consuelo del padre, madre o cuidador. El niño está feliz cuando una de estas figuras inicia contacto con él.

Los padres y madres de niños con apego seguro tienden a jugar más con sus hijos. Además, estos padres y madres reaccionan más rápidamente a las necesidades de sus hijos. Seguir los principios básicos de la crianza con apego puede ayudarnos a establecer un apego seguro con nuestros hijos.

Niños con apego seguro:

  • Son capaces de separarse de los progenitores
  • Buscan el consuelo y protección de los progenitores cuando están asustados
  • Cuando los progenitores regresan les saludan con emociones positivas
  • Prefieren a los progenitores frente a los desconocidos

Adultos con apego seguro:

  • Tienen relaciones de confianza y duraderas
  • Tienden a tener buena autoestima
  • Se sienten cómodos compartiendo sentimientos con personas de su confianza
  • Buscan el apoyo social

Si bien lo esperado y habitual es formar un vínculo seguro con los cuidadores, por desgracia, esto no siempre sucede. Hay una serie de factores que contribuyen al desarrollo (o falta de él) de un apego seguro. Estos factores son:

  • La capacidad de respuesta de los cuidadores a las necesidades del bebé durante el primer año de vida del niño.
  • Las madres y padres que responden de manera inconsistente tienden a tener bebés que exploran menos, lloran más y están más ansiosos.
  • Las madres y padres que constantemente rechazan o ignoran las necesidades de sus bebés tienden a tener hijos que intentan evitar el contacto.

Como adultos, aquellos que están unidos de manera segura tienden a tener que confiar en las relaciones a largo plazo. Otras características clave de las personas con apego seguro incluyen tener una alta autoestima, disfrutar de relaciones íntimas, buscar el apoyo social de otros y la capacidad de compartir sentimientos con otras personas.

2.2. Apego ansioso – ambivalente

Los niños que tienen un apego ansioso – ambivalente tienden a desconfiar mucho de los extraños. Estos niños muestran una angustia considerable cuando se separan del progenitor o cuidador, pero no parecen tranquilizados ni reconfortados por el regreso del padre o la madre. En algunos casos, el niño puede rechazar pasivamente al progenitor o puede mostrar abiertamente una agresión directa hacia él o ella.

El apego ansioso – ambivalente es relativamente poco común. Las investigaciones que se basan en la observación han encontrado que el estilo de apego ansioso – ambivalente está relacionado con la baja disponibilidad paterna o materna.

Niños con apego ansioso – ambivalente:

  • Suelen desconfiar de los desconocidos
  • Se angustian mucho cuando el padre o la madre se van
  • No se sienten consolados cuando los progenitores regresan

Adultos con apego ansioso – ambivalente:

  • Son reacios a acercarse a los demás
  • Se preocupan de que su pareja no los quiera
  • Se angustian mucho cuando terminan las relaciones

Como adultos, aquellos con un estilo de apego ansioso – ambivalente, a menudo, se sienten reacios a acercarse a los demás y se preocupan de que su pareja no corresponda a sus sentimientos. Esto lleva a rupturas frecuentes. Estas personas se sienten especialmente angustiadas cuando una relación termina.

2.3. Apego evitativo

Los niños con un estilo de apego evitativo tienden a evitar a los progenitores y cuidadores. Esta evitación se suele volver especialmente pronunciada después de un período de ausencia. Es posible que estos niños no rechacen la atención del padre o la madre, pero tampoco buscan consuelo o contacto. Los niños con un apego evitativo no muestran preferencia entre un progenitor y un completo desconocido.

Niños con apego evitativo:

  • Pueden evitar al padre y la madre
  • No buscan mucho contacto o consuelo de los progenitores
  • Muestran poca o ninguna preferencia por los progenitores frente a los extraños

Adultos con apego evitativo:

  • Pueden tener problemas con la intimidad y desarrollar miedo al compromiso
  • Invierten poca emoción en las relaciones sociales y románticas
  • Poco dispuestos o incapaces de compartir pensamientos o sentimientos con otros

Como adultos, aquellos con un apego evitativo tienden a tener dificultades con la intimidad y las relaciones cercanas. Estas personas no invierten mucha emoción en las relaciones y experimentan poca angustia cuando una relación termina.

A menudo evitan la intimidad utilizando excusas (como el trabajo). Otras características comunes incluyen la incapacidad de apoyar a las parejas durante los momentos estresantes y la incapacidad de compartir sentimientos, pensamientos y emociones con las parejas.

2.4. Apego desorganizado

Los niños con un estilo de apego desorganizado muestran una clara ausencia de apego. Sus acciones y respuestas a los cuidadores son a menudo una mezcla de comportamientos, que incluyen la evitación o resistencia. Estos niños pueden mostrar un comportamiento aturdido, a veces, parecen confundidos o aprensivos en presencia de un cuidador.

Niños con apego desorganizado a la edad de 1 año:

  • Muestran una mezcla de comportamientos evitativos y resistentes
  • Pueden parecer aturdidos, confundidos o aprensivos

Niños con apego desorganizado a la edad de 6 años:

  • Pueden asumir un rol parental
  • Algunos niños pueden actuar como cuidadores de los progenitores

El comportamiento inconsistente por parte de los progenitores podría ser un factor contribuyente en este estilo de apego. Los progenitores que actúan como figuras de miedo y tranquilidad al mismo tiempo para un niño contribuyen a un estilo de apego desorganizado. Debido a que el niño se siente consolado y asustado por los progenitores, se produce confusión.

Comparto esta infografía con las características principales de cada uno de los tipos de apego:

3. ¿Qué es la teoría del apego?

John Bowlby es un psicólogo y psicoanalista conocido por su teoría del apego que desarrolló a lo largo de las décadas de 1950 y 1960.

Aunque Bowlby no cuestionó la posibilidad de que los niños formen vínculos múltiples con diferentes personas, mantiene la opinión de que el vínculo más fuerte de todos es el que se establece entre la madre y el bebé. En opinión de Bowlby, este es el más importante de los vínculos porque es la primera conexión que establece el bebé.

La teoría del apego examina cómo se desarrolla el vínculo entre el cuidador y el niño. Además, explica el impacto que tiene este vínculo en el desarrollo posterior. Bowlby trabajó como psicólogo en una clínica de Londres donde trató a niños con distintas dificultades a nivel psicológico. Durante este tiempo, Bowlby se dio cuenta de lo importante que es la dinámica que se establece entre padres e hijos. También se percató del efecto que ésta podía tener en el desarrollo social, emocional y cognitivo de los seres humanos. Todo esto le llevo a desarrollar la teoría del apego. Bowlby definió el apego de la siguiente manera:

«El apego es un vínculo emocional profundo y duradero que conecta a una persona con otra a través del tiempo y el espacio».

John Bowlby

Al explorar más a fondo la relación entre el cuidador principal y su bebé, Bowlby descubrió (junto a su compañero Robertson) que cuando se les separaba de uno de los progenitores, los niños mostraban constantemente signos de angustia. Bowlby y Robertson observaron que no se podía consolar a los niños cuando uno de los padres estaba ausente.

Según Bowlby, el apego se distingue por comportamientos específicos de los niños, como buscar la cercanía con una figura de apego cuando se sienten molestos o amenazados.

4. Características del apego

Bowlby creía que el apego tiene cuatro características distintivas:

  • 1. Mantenimiento de proximidad: Es el deseo de estar cerca de las personas a las que estamos apegados.
  • 2. Refugio seguro: Regresar a la figura de apego en busca de comodidad y seguridad frente a un miedo o amenaza.
  • 3. Base segura: La figura de apego actúa como una base de seguridad desde la cual el niño puede explorar el entorno que lo rodea.
  • 4. Angustia por separación: Es la ansiedad que se presenta ante la ausencia de la figura de apego.

Bowlby también desarrolló tres ideas fundamentales sobre la teoría del apego. Primero, sugirió que cuando los niños son criados con la confianza de que su principal cuidador estará disponible para ellos, es menos probable que experimenten miedo que aquellos que son criados sin tal convicción.

En segundo lugar, creía que esta confianza se forja durante un período crítico del desarrollo, especialmente durante los primeros años de la infancia. Las expectativas que se forman durante ese período tienden a permanecer relativamente sin cambios el resto de la vida de la persona. De ahí que el apego sea tan importante.

Finalmente, sugirió que estas expectativas que se forman están directamente ligadas a la experiencia. Es decir, los niños desarrollan expectativas de que sus cuidadores responderán a sus necesidades porque, en el pasado respondieron adecuadamente.

5. ¿Cómo afecta el estilo de apego en las relaciones de pareja?

Es parte de la naturaleza humana buscar el contacto con otros seres humanos y tratar de forjar relaciones. De hecho, la necesidad de pertenecer es una de las principales fuerzas que nos impulsa como individuos.

Sin embargo, el amor y las relaciones suelen ser complicadas y no son tan simples como nos gustaría.

¿Has notado patrones repetidos en el tipo de parejas que eliges? ¿Te has preguntado por qué siempre acabas en situaciones similares (incluso con diferentes parejas)? ¿Te vuelves celoso? ¿Tiendes a involucrarte en la relación más que la otra parte? ¿Te gusta alguien, pero cuando la cosa se pone seria huyes de la relación?

Si has notado un patrón de conductas poco saludables o que afectan negativamente a tu salud mental, podría ser interesante profundizar y explorar la forma en la que te apegas y estableces vínculos con otras personas. Entender qué son los estilos de apego y explorar sobre el tipo de apego que desarrollaste con tu cuidador principal, posiblemente te ayude. Por supuesto, la mejor manera de hacer esto es con el acompañamiento de un psicólogo.

Si bien la forma de relacionarnos en nuestra adultez puede no corresponderse exactamente con los apegos de la primera infancia, no hay duda de que nuestras primeras relaciones con los cuidadores desempeñan un papel fundamental en el desarrollo. Además, al comprender mejor la importancia del apego, puedes obtener una mayor comprensión de cómo los primeros apegos en tu vida pueden afectar a tus relaciones adultas. Si te gustaría explorar más estos aspectos, sin duda, te aconsejaría iniciar un proceso terapéutico para que puedas trabajar sobre estos aspectos y muchos otros.”

El artículo fue publicado por la Dra. Iratxe López. (Psicóloga Clínica Española) en su blog personal.
Febrero 2023

Referencias bibliográficas

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