Julio 2023

Espacio de reflexión para acompañar el crecimiento de nuestros hijos.

Este mes les proponemos los siguientes temas:

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Cómo enseñar a tu hijo a defenderse de otros niños (sin educar en la violencia)

Si en casa nos esforzamos en educar a nuestros hijos en la tolerancia, en el respeto al otro, en la empatía… ¿qué ocurre si otro niño les agrede física o verbalmente a ellos? ¿Debemos enseñarles a defenderse? “La respuesta es un claro sí”, afirma con contundencia Clara Puchades, neuropsicología clínica y directora de Neural KIDS. La clave es cómo, buscando la justa medida entre eso de si te pegan, pega o poner la otra mejilla. Para alcanzar ese punto medio y “conseguir que sean capaces de defenderse de forma sana, evitando el conflicto”, el primer paso es “entender el desarrollo del niño y los puntos claves a trabajar en todas las áreas”.

¿Qué hacer cuando tu hijo pelea con otro amigo?

Pautas para enseñar a los niños a defenderse

Y eso… ¿cómo se hace? ¿Cómo podemos ayudarles a desenvolverse de manera adecuada en una situación tan complicada para ellos (e incluso para los adultos) como esta? Aunque no todo es blanco o negro y dependerá en gran medida de la agresión a la que se enfrente, los puntos más básicos a reforzar con niños de todas las edades y adolescentes son los siguientes:

  • 1º Enseñarles a respetarse a sí mismos. “Es básico mejorar su autoestima y su autoconcepto” para mejorar con ello su seguridad, entendiendo que merecen respeto por parte de todo el mundo, ya sean sus iguales, ya sean adultos.
  • 2º Educar con el ejemplo. Si queremos que nuestros hijos se respeten a sí mismos y que se hagan respetar por los demás, tenemos que respetarlos nosotros, sus adultos de referencia, en primer lugar. Parece algo muy evidente, pero dejamos de respetarlos cuando les gritamos, les tratamos con condescendencia o, en el peor de los casos, cuando se les pega. Por otro lado, teniendo en cuenta que nos ven como un ejemplo a seguir, “es importante que puedan ver también momentos más difíciles nuestros y cómo los solucionamos”, cómo nos enfrentamos a situaciones más complicadas.
  • 3º Enseñarles a apoyarse en sus iguales. “Ayudémosle a crear su propia red social de apoyo sólida y segura” a la que poder recurrir en caso de necesidad en aquellos entornos en los que, como en la escuela, no podamos acompañarles nosotros. Sus amigos serán su mejor escudo.
  • 4º Enseñarles a pedir ayuda. Es fundamental hacerles entender desde muy pequeños que “pedir ayuda no es de ser un chivato”. Para ello, debemos crear a edades tempranas “un espacio de comunicación niño-adulto donde puedan expresar sus preocupaciones e inquietudes” e ir fortaleciendo ese espacio a medida que se van haciendo mayores. De este modo, sus padres seremos su pilar al que acudan cada vez que lo necesiten, pero hacerles saber también que, en caso de ser necesario, deberán acudir a los profesores o a otros profesionales del colegio.
  • 5º Guiarlos en la resolución de conflictos. “Son muchas las situaciones en las que esta condición de necesitar defenderse puede darse y ninguna es deseable ni agradable”, señala Puchades. “Debemos enseñar a nuestros hijos a afrontarlas y resolverlas de una forma adecuada y sin necesidad de responder con la ‘misma moneda’”. En este sentido, “lo más importante es enseñarles a poner límites y saber decir que ‘no’”, a hacerle saber al otro niño que quiere que se detenga y deje de hacer lo que está haciendo.
  • 6º Recomendarles evitar el conflicto. Debemos enseñarle a no responder a las provocaciones, a burlas o comentarios que solo buscan hacerle reaccionar. Normalmente, ignorarlos hace al ‘agresor’ dejar de ver divertido el asunto y a parar.
  • 7º Enseñarles a protegerse a sí mismos. Si no queda más remedio, hay que entender que “no debemos confundir defensa y violencia”, subraya la experta. “Son dos conceptos completamente diferentes: una busca dañar al otro, mientras que la otra es protección y preservar mi bienestar”.

¿Cómo deben actuar los padres cuando descubren que otro niño pega a su hijo?

Cuando descubrimos que se da esta situación, lo primero que debemos procurar es “mantener una comunicación activa y constante con nuestros hijos”. Es fundamental “escuchar y mantener una actitud calmada que nos permita tomar decisiones analíticas y en frío”, al tiempo que debemos intentar hacerle entender “por qué otros actúan de malas formas”.

Si sigue ocurriendo, no dudes en ponerte “en contacto con los profesores y responsables del colegio de tu hijo e incluso con la familia del niño que esta generando el conflicto” con el objetivo de “intentar buscar una solución y mediarla”. Mientras tanto, “lo mejor será estar atentos, supervisar y asegurar la seguridad de tu hijo”.

En caso de que se mantenga en el tiempo, “hay que apoyarse en todos los miembros y recursos disponibles, solucionar estos conflictos, evitando cambios de colegios o situaciones que puedan percibir los niños agredidos como castigo y tener que cambiar su vida siendo las víctimas”. Aquí entrarían en juego otros factores que deberían estar orientados a “educar a niños agresores para que no actúen de esa forma”.

Fuente:
Revista Digital Hola, Sección “Padres”
Autora: Elena Villegas
Junio 2023

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El rechazo es su forma de pedirnos espacio, pero nos necesita

En determinados momentos, las cosas que hacen los adolescentes nos sacan de quicio, pero tienen que ver con la necesidad de encontrar un sentido a su vida, de alzar su voz y ser reconocidos y aceptados. Acompañarlos a descubrirse y construir su identidad no es tarea sencilla y el papel de los papel es esencial.

Sara Desirée Ruiz, vuelve al mundo editorial con Te necesita, aunque no lo parezca (Grijalbo), un libro con numerosas propuestas para acompañar a adolescentes en el emocionante camino de convertirse en ellos mismos y hacer frente a cualquier situación de la vida. En este libro desarrolla pautas prácticas para seguir cuando no sepas cómo actuar, consejos sencillos y efectivos para que aumente su confianza y su autoestima de forma progresiva.

Diplomada en Educación social, Sara Desirée Ruiz está especializada en adolescentes con los que trabaja desde hace más de 20 años. Se formó en teatro aplicado a la intervención social y dinamiza grupos de adolescentes usando esta metodología. Actualmente realiza acompañamiento socioeducativo de familias con adolescentes. Desde su comunidad de Instagram @adolescencia.sara.desiree.ruiz, trabaja por la sensibilización social en esta etapa

Acompañar en la adolescencia

¿Cómo entender que nos necesitan, si parece que se lo saben todo y rechazan nuestra compañía o conversación? Conociendo lo que pasa en este momento de su ciclo vital.

Si aprendemos las tareas evolutivas de la etapa no nos sorprenderá que "crean" que lo saben todo porque nosotras sabremos que no es así, que lo que se esconde tras esas actitudes es una necesidad de reconocimiento de su individualidad, una demanda de espacio para sentirse capaces de salir al mundo solos.

Si entendemos que la adolescencia es el momento de explorar y construir nuestra identidad como seres individuales, sabremos que el camino para hacerlo pasa por diferenciarnos de nuestra familia, en primer lugar.

Las personas adolescentes necesitan salir al mundo a experimentar, pero con la seguridad de que cuando vuelvan van a encontrar en casa un refugio que las acoja y las haga sentir mejor, y una oportunidad para entender lo que les ha pasado fuera.

Parece que nos rechazan, pero lo hacen solo para que las dejemos construirse a ellas mismas. El rechazo a pasar tiempo con nosotras es su forma de pedirnos espacio, pero nos necesitan para ayudarlas a explorar de forma segura y a dar significado a las experiencias que van teniendo.

La confianza que necesitan para echar raíces en la familia, ¿cómo se consigue en la adolescencia?

Las raíces en la familia ya están echadas. Se han creado durante toda la infancia. En este momento necesitan sentir que confiamos en ellos para que de esas raíces pueda crecer un árbol fuerte y sano. Esa sería la analogía para explicar que en la adolescencia tenemos la oportunidad de hacer que nuestra relación con ellos, que sería ese árbol, se transforme y se convierta en la que queremos tener cuando seamos mayores.

En tanto en cuanto pertenecemos a nuestra familia y que nuestras raíces ya están en ella, la idea es nutrirlas bien durante esta etapa, regarlas bien, para que no se deterioren y sigan creciendo.

Esto lo conseguimos aprendiendo lo que necesitan, sabiendo reconocer los indicadores de riesgo, practicando la asertividad, aprendiendo a comunicarnos con ellos, siendo firmes en los límites, no decidiendo por ellos sino acompañando su toma de decisiones con estrategias para que las tomen de forma informada...

Para conseguir que ese árbol crezca y sus raíces sean fuertes y estén sanas vamos a tener que aprender a tratarlos en función de las necesidades que tienen en esta nueva etapa.

¿Cómo podemos convertirnos los padres en lo que necesita, qué es acompañarles simplemente, sin intervenir?

Se trata de acompañarlos interviniendo solo cuando es necesario y centrándonos en crear a su alrededor el mejor entorno para su desarrollo.

Un entorno en el que no se sientan juzgados, puedan probar y descartar cosas, puedan entrar en contacto con todo tipo de realidades y descubrir lo que más les llama la atención y con lo que mejor se sienten, un entorno lo más seguro posible pero que no les corte las alas. No es sencillo, pero es posible.

¿Por qué nos resulta tan irresistible dar nuestra opinión y hablarles de nuestra experiencia personal?

Cuando empiezan a tomar sus propias decisiones y no estamos de acuerdo con ellos o interpretamos que pueden ponerse en peligro, nos lanzamos irremediablemente a darles nuestra opinión, nuestros consejos, queremos protegerlas... Lo hacemos porque los queremos, nos preocupa que tomen malas decisiones, que se equivoquen, que vivan malas experiencias como las vivimos nosotros y lo pasen mal... Creemos que nuestro aprendizaje vital se puede transferir a través de las palabras, que harán lo que nosotros hemos aprendido, lo que les recomendamos porque nosotros lo hemos aprendido, pero lo cierto es que aprendemos de la reflexión que surge de nuestras propias experiencias.

Lo que sea que les haya pasado, lo que un adolescente necesita es que lo confortemos y les demos un lugar en el que puedan exponerlo con confianza, analizarlo y entenderlo.

No confundamos su rechazo a pasar tiempo con nosotros, con desprecio o con que no nos quieren.

¿Qué trucos podemos aplicar los padres para que hagan algo con su vida profesional cuando no tienen vocación, cuando no les gusta nada, están perdidas o no saben por dónde tirar?

Puede ayudar presentarles a profesionales de distintos ámbitos para que les expliquen su día a día laboral y puedan hacer preguntas.

También sirve sentarnos con ellos a reflexionar sobre aquellas profesiones en las que no se ven, es decir, empezar por descartar lo que tienen claro que no les gusta o en lo que no se ven.

Ayuda listar aquellas profesiones que les llaman la atención y buscar con ellas información sobre las asignaturas, el tipo de trabajo en lo que se concreta cada formación, que analicen las diferentes profesiones que forman parte de una misma rama profesional...

También funciona para motivarlos llevarlos a visitar universidades y otros centros formativos para que vean cómo es el día a día allí, que puedan hablar con estudiantes de esas formaciones... Y es esencial que puedan salir a ver mundo y entrar en contacto con todo tipo de realidades porque en esas experiencias tienen la posibilidad de encontrarse con las cosas que más les interesan y descubrir profesiones que no conocen.

Las ayuda a orientarse ver series, películas..., aunque muchas veces escogen y fantasean sobre ser policías, abogados, médicos..., basándose en las series que ven, por eso es muy importante bajar a la realidad esas fantasías.

Es importante conectarlos con la realidad lo máximo posible porque ahí les nace la curiosidad y de la curiosidad la motivación y el compromiso por seguir un camino profesional u otro.

¿Cómo lograr que se quieran a si mismos, que traten su cuerpo como un templo para que no se hagan tatuajes o piercing en cualquier sitio, o tomen cualquier bebida alcoholica...? Esta pregunta no tiene una respuesta sencilla.

En mi último libro doy muchas pautas para ayudaros con eso porque es un tema importantísimo.

Brevemente por aquí puedo recomendaros no hacer comentarios despectivos sobre su aspecto físico y hacer un tratamiento adecuado de las demandas de piercing y tatuajes.

Para ello sugiero que si aparecen estas demandas los acompañemos para que antes de hacerse el tattoo o el piercing tengan toda la información del procedimiento y las posibles consecuencias. Es importante que hablen con profesionales del sector y les expliquen qué es exactamente lo que se van a hacer, cómo se hace, qué cuidados va a requerir, que consecuencias pueden derivarse de hacerse lo que se van a hacer, en caso de los tattoos y los piercings. También es importante que atendamos las demandas relacionadas con la alimentación y el ejercicio, porque muchas veces intentan controlar los cambios que empiezan a experimentar en esta etapa a través de la alimentación y el ejercicios.

Recomiendo recurrir a profesionales de la nutrición, de la actividad física, de la medicina… para que puedan explicarles los detalles de las diversas demandas que van haciendo.

Respecto al consumo de sustancias de abuso como el alcohol, es importante que puedan obtener toda la información al respecto. Suelo recomendar la visita a profesionales de la salud para que les expliquen los riesgos y cómo cuidarse y que nosotros detectemos y acompañemos el consumo; si se produce que estemos allí cuando vuelvan para acoger su dolor, su alegría, su desconcierto, facilitando que se hidraten bien, que coman bien, que descansen bien, que mantengan una buena higiene cuando vuelven…

¿Cómo escuchar y actuar con una adolescente cuando un día habla maravillas de sus amigas y al otro echa pestes…?

Primero debemos entender que esto es habitual en la etapa. Las relaciones adolescentes son muy inestables, recordemos toda la intensidad emocional con la que viven sus experiencias y también que es la primera vez que experimentan ciertas situaciones.

Ese importante no centrarse demasiado en esa inestabilidad, inherente a la etapa, y poner la atención en observar las características de sus relaciones para detectar lo que puede no estar funcionando en ellas.

De esa forma podremos ayudarlas a desarrollar sus habilidades sociales y la capacidad para resolver sus propios conflictos interpersonales.

Nos ayudará plantearles reflexiones sobre las conductas de sus amistades sin criticarlas, poner encima de la mesa una reflexión sobre las cosas lo que hacen sin juzgarlas como personas, por ejemplo. Nos servirá ayudarlas a ver que pueden cambiar ciertas situaciones y a descubrir alternativas para enfrentarse a lo que necesiten.

No busquemos solucionarles la situación, sino que ellos mismos la solucionen. Podemos verbalizar nuestras observaciones, darles un motivo para cambiar eso que hemos observado, transmitirles que entendemos por qué no lo han cambiado ya o por qué puede ser difícil actuar diferente y hacerles una recomendación.

Esta última es una de las pautas que encontraréis desarrollada en mi último libro y que os ayudarán a acompañar los diversos momentos adolescentes.

¿Qué podemos hacer para convertirnos en el lugar donde ellos quieran volver para encontrar esa comprensión y seguridad que necesitan?

Es esencial que nos vean como referentes. Para ser referentes es importante no juzgarlos ni querer imponer constantemente nuestra opinión adulta. Es esencial que en casa se establezca un buen clima donde la comunicación y el diálogo estén presentes, donde podamos tener opiniones diferentes y no por ello gritarnos o descalificarnos.

Las personas adolescentes van a plantearnos nuevas formas de mirar el mundo y de entenderlo, van a traer a casa otros valores que están descubriendo fuera y que resuenan más con ellas que los que les hemos planteado en casa y también van a seleccionar aquellos valores de casa con los que se identifican.

En todo ese proceso, van a acabar escogiendo algunos de dentro y algunos de fuera y van a crear sus propios valores. Eso puede hacer que muchas veces expresen opiniones con las que no estemos de acuerdo y defiendan ideas que nosotros no compartimos. Esto forma parte del proceso de Cómo exigir y negociar con los hijos adolescentes.

Es importante que podamos expresar nuestra curiosidad por conocer sus opiniones, que los escuchemos con atención, que les preguntemos más, que nos desarrollen sus ideas y que les planteemos las nuestras desde la humildad.

Estamos juntos en esto, estamos conviviendo, y muchas veces van a encontrarse con personas que no piensen como ellos, pero deben sentirse suficientemente seguros para expresar sus ideas sin necesidad de faltar al respeto.

En casa tenemos la oportunidad de ayudarlos a conseguirlo. También en el libro encontrarán muchas pautas para conseguirlo, no es tarea fácil, pero es muy gratificante ver cómo se va avanzando en la relación y cómo se va ganando mayor tranquilidad a cada paso.

¿Qué es o son los factores que más desestabilizan a las personas adolescentes?

Cualquier etapa de transición viene con una gran dosis de desorientación y fragilidad. Mundos nuevos y desconocidos se abren paso ante nosotros y nos asaltan las dudas: ¿seremos suficiente?

Los desestabilizan mucho los juicios, no vernos seguros a nosotros cuando marcamos los límites, los desestabilizan sus relaciones (pareja, amistad…), los desestabilizan los comentarios que reciben en el instituto sobre sus capacidades, las redes sociales también tienen el poder de desestabilizarlos, los cambios físicos que empiezan a experimentar… Hay mucho malestar que es importante detectar y acompañar.

La clave está en observar sus estados de ánimo, conseguir que nos identifiquen como personas significativas y poner a su alrededor factores de protección suficientes para que puedan ir navegando en ese mar de incertidumbre.

La actividad física, la actividad artística, grupos diversos de iguales con los que pueda relacionarse, experiencias fuera de casa en otros países, pasar tiempo con otras personas adultas de confianza, entre otras muchas cosas, las ayudan a manejarse en la inestabilidad, que es una característica propia de la etapa, pero, sobre todo, poder contar con nosotros y sentirse seguros y valorados por nosotros es crucial.

¿Llevan mejor la adolescencia las personas con una autoestima alta? ¿Cómo elevar esa autoestima para que se sientan fuertes?

La adolescencia es una etapa en la que la autoestima es inestable en general. Las personas que están desarrollando una buena autoestima en esta etapa tienen mayor seguridad cuando exploran, son más capaces de decir que no y poner límites cuando se les plantean situaciones que no las hacen sentir cómodas, suelen rendir mejor académicamente, tienen relaciones sociales de mayor calidad… Eso no quiere decir que su autoestima no experimente oscilaciones, pero tienen más probabilidades de tomar mejores decisiones, en general. Como os cuento en el libro, es importante ayudarlos a identificar las alteraciones en su mirada hacia ellos mismas, las personas adolescentes sienten el vértigo de no estar a la altura de lo que el mundo adulto espera de ellas. Tienen miedo de decepcionar a sus familias, de no ser personas queridas, de no conseguir sus objetivos. Es importante observar sus estados de ánimo, estar atentos a los pensamientos que verbalizan, a sus conductas, a las decisiones que van tomando, para intervenir si es necesario, hacerlos pensar sobre ellas y pedir ayuda cuando la necesiten, aunque no la pidan.

En el libro os doy pautas prácticas y os lo explico con más detalle, pero, a modo de breve avance, como la autoestima se construye en lo colectivo, en contacto con las demás personas, va a ser importante que puedan tener experiencias con personas diversas y que encuentren espacios para mostrar, desarrollar y reforzar sus habilidades, así como para vehicular las emociones que les producen todas las situaciones que viven.

Fuente:
Revista Digital “Hacer Familia”
Fecha: Abril 2023
Entrevista realizada a Sara Desirée Ruiz por Marisol Nuevo Espin

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La carga mental de las madres; compartida pesa menos

Tener en la cabeza un listado infinito de cosas por hacer es el eje de la carga mental que afrontan las mamas:

  • Hacer la lista del supermercado
  • Atender el chat del colegio
  • Pensar qué hacer de almuerzo
  • Recordar el calendario de vacunación y medicamentos de los integrantes de la familia
  • Gestionar las citas al médico
  • Saber cuáles son los útiles escolares que se necesitan
  • Planificar las actividades recreativas y los compromisos familiares del fin de semana
  • Saber cuándo hay que pagar las cuentas

No es hacerlo, sino pensar en lo que hay que hacer, cómo y cuándo hacerlo... porque estar pendiente de todo supone planificar, comprobar, anticiparse, supervisar y estar constantemente tomando decisiones.

En los últimos años, se ha acuñado el concepto de "carga mental" que hace referencia a la responsabilidad extra que soportan las mujeres al tener que hacerse cargo de la gestión de gran parte de las tareas de la casa y la organización familiar.

A este respecto, la asociación Malasmadres elaboró en 2017 un estudio sociológico “Somos Equipo”, en el que analizaba el estado actual del reparto de tareas y la conciliación en España. Según su portavoz y fundadora, Laura Baena, en España aún están lejos de alcanzar la corresponsabilidad en el reparto de tareas a juzgar por ese 45,2 % de las mujeres que, conviviendo en pareja y aportando la misma cantidad de dinero al hogar que sus parejas, declaraba ser la principal responsable de las tareas doméstico-familiares.

Por una responsabilidad compartida

Un estudio más reciente aún, “Por una responsabilidad compartida”, realizado por P&G y Salvetti Llombart, en octubre de 2018, con una muestra de 2.409 individuos con una edad comprendida entre 25 y 49 años, entre los que se incluyen hombres y mujeres viviendo en pareja con y sin hijos, reveló que el 63 por ciento de las madres frente al 25 por ciento de los padres afirman que todos los días tienen en mente un listado infinito de cosas por hacer.

Cómo sobrevivir a la carga mental

Ese run-run que no para ni de día ni de noche se llama carga mental y se entiende como la cantidad de esfuerzo mental deliberado que debe realizarse para conseguir una cosa en concreto. En el ámbito doméstico debemos distinguir entre el trabajo físico o ejecución que centra en el acto, como puede ser el hecho de ir al supermercado, poner una lavadora, llevar el coche al taller, pedir cita con el pediatra... que en ocasiones es compartida con la pareja.

Y por otro lado, el trabajo mental de planificación que supone estar pendiente de todo: saber qué hace falta, organizar, planificar, comprobar, anticiparse, supervisar, tomar ciertas decisiones, etc. y que la mayor parte de las veces es asumida por la mujer.

Es una realidad, según el estudio, que 3 de cada 4 mujeres sufre carga mental, y esta carga mental se incrementa en el momento en que la mujer se convierte en madre. Así, una de cada tres madres que va a trabajar se acuerda de las cosas que debe hacer relacionadas con su familia o el hogar, el 87% de las madres sienten que son las responsables de que todo en casa funcione y el 91% de las madres afirma que si no están ellas al tanto de las pequeñas cosas del dia a día nadie lo estará.

¿Por qué es silenciosa la carga mental?

Existen varias razones: por un lado, porque históricamente la gestión doméstica ha sido entendida como algo que hacen las mujeres como parte de su naturaleza, por otro porque la sociedad no reconoce, valora ni remunera los cuidados domésticos como un trabajo, pese a que este tipo de cuidados son un pilar fundamental para la economía y por último, porque aunque en la mayoría de los hogares actuales la ejecución de las tareas está ya muy repartida y es equitativa, y esto hace que pensemos en una corresponsabilidad, en realidad la persona que está supervisando, coordinando y comprobando todo, sigue siendo la mujer. Así, el 82,5 por ciento de las padres aseguran que cuando se van de casa sienten que tienen que dejar instrucciones frente al 38 por ciento de los hombres.

La carga pesa menos si se comparte

Entre los primeros pasos que debemos dar para descargarse mentalmente figura el que las dos personas de la pareja sean conscientes de que la carga mental existe y estén dispuestas a compartirla. Para ello, el hombre ha de reconocer el desequilibrio de la balanza y asumir nuevas responsabilidades en el trabajo doméstico y en los asuntos familiares. Y por otro, confiar y adaptarse a la nueva situación en la que toda la familia se co-responsabilice del funcionamiento del hogar. Aprender a aceptar y a relativizar nuestra rutina, asumiendo que es imposible tenerlo todo controlado y que lograr la perfección es imposible, es necesario para que la carga mental no pese.

Fuente:
Revista Digital “Hacer Familia”
Autora:
Marisol Nuevo Espin
Junio 2022

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