Mayo 2022

Espacio de reflexión para acompañar el crecimiento de nuestros hijos.

Este mes les proponemos los siguientes temas:

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Una adolescente con el corazón roto: ¿por qué parece que se le acaba el mundo?

Los desamores y vaivenes relacionales se convierten a diario en una pesadilla para muchas familias con adolescentes. ¿Por qué parece que se les acabe el mundo? ¿Por qué pueden creer que nunca más van a encontrar a nadie? ¿Qué hay en la raíz de ese desconsuelo? ¿Se puede hacer algo para ayudarlas entre tanto drama?

Todavía son jóvenes y tienen mucha vida por delante, ¿por qué lloran como si no hubiese un mañana cuando les han roto el corazón?

Esta es una de las situaciones que más inquieta y desorienta a las personas adultas de las familias con adolescentes. Ha roto una relación que había durado unos pocos meses. Una amiga que no le convenía nada ha dejado de llamarla. La persona que le gusta la ha rechazado. Estas y otras situaciones del día a día adolescente tienen el poder de desestabilizarlas y sumirlas en un estado emocional frágil que, a menudo, las empuja a tomar decisiones arriesgadas.

Claves para entender su drama emocional

Como adultas nos preguntamos: ¿Cómo una situación así puede empujarlas a tomar decisiones que las ponen en riesgo? La respuesta es simple, que no sencilla: no pueden evitar sentir lo que sienten ni hacer lo que hacen cuando sienten lo que sienten. La parte de nuestro cerebro que nos permite controlar lo que hacemos se está desarrollando a un nivel muy profundo y no llega a tiempo de frenar a las emociones.

En otras palabras, las emociones van más rápido que su capacidad para regularlas. Muchas veces les decimos que estén tranquilas, que no es para tanto, que ya encontrarán a otra persona que las valore y las quiera como merecen. Les decimos que aquella amiga no era buena para ellas, que hacía cosas que no estaban bien y que ellas merecen estar con personas más sanas. Les transmitimos que lo que les pasa no es excusa para actuar como lo hacen. Que no deberían sentir lo que sienten. Que no deberían darle tanta importancia a "esas cosas". Pero lo cierto es que "esas cosas" son de lo más importante en esta etapa y pegarles una bronca no va a resolver lo que les pasa, no va a hacer que aprendan o cambien.

En este momento de su ciclo vital empiezan a proyectarse socialmente, a construir su autoestima, su identidad y todo eso lo hacen en contacto con sus iguales. Es un momento de gran fragilidad y todo lo que les pasa con las personas con las que se relacionan es de extrema importancia y tiene el potencial de impactar en su desarrollo. Por ese motivo es tan necesario que las personas adultas que estamos a su alrededor las ayudemos a relacionarse mejor y a integrar las experiencias que van viviendo con sus amistades.

Yo soy quien soy porque formo parte de algo

Si a todo eso le sumamos las características de las relaciones en esta etapa y la intensidad emocional que no pueden evitar, entenderemos por qué una ruptura, una traición, una situación incómoda, entre otras muchas circunstancias, pueden llegar a ser momentos devastadores y descompensar su día a día. Las relaciones de intimidad en esta etapa se basan en la construcción de la identidad y no en la confianza, como en la vida adulta.

Son relaciones inestables que pueden pasar de un extremo a otro en un abrir y cerrar de ojos. Las personas adolescentes se relacionan en función de la proyección autoconsciente y egocéntrica que hacen de ellas mismas con las demás. Esto puede sonar fatal, pero no es más que el camino natural en la formación de nuestro yo. Este camino pasa por la necesidad de formar parte de algo, de sentir que somos queridas y valoradas por ser como somos.

Nuestras relaciones en esta etapa se nutren de esa grupalidad. Además, son relaciones cultivadas en la inmediatez, todo debe ser ahora, y suceden siempre en presente porque tienen muchas dificultades para entender el tiempo como lo hacemos las adultas. Esto último también hace que les cueste equilibrar el tiempo de ocio y de estudio.

Por todo lo anterior, cuando algo falla en su sistema social, aumenta enormemente su malestar emocional, su frágil estructura se desmorona y pueden llegar a sentir, pensar y/o verbalizar que "siempre" les dolerá de esa forma, que "nunca" encontrarán a nadie como esa persona, que "nunca" podrán volver a confiar en "nadie", que "nadie" las querrá como son, etc. Su estado de ánimo se desploma y ahí es donde las personas adultas que las acompañamos podemos hacer mucho.

¿Cómo ayudar? Desactiva los “nuncas, siempres y nadies”

Para ayudarlas con este cocktail emocional es muy importante centrarnos en desactivar los "nuncas", "siempres" y "nadies". Es vital enviar el mensaje de que toda esta situación algún día se acabará, pero antes hay que ayudarlas a sostenerla. Debemos recoger su dolor, validar sus emociones y decirles que las entendemos, que es muy duro, que es "un bajon", un rollo, un despropósito (puedes utilizar la expresión que más vaya contigo).

Es importantísimo darles un espacio, escucharlas sin intervenir, sin decirles cosas como: "eres muy joven, ya encontrarás a otra persona", "no es para tanto, verás cómo con el tiempo se te pasa" y cosas por el estilo. Podemos preguntarles si necesitan alguna cosa o si podemos hacer algo por ellas. Si nos lo permiten, podemos darles alternativas para desahogarse (escribir un diario, bailar, caminar, tocar un instrumento, hacer deporte, gritar en la playa, en el bosque...).

Las ayudamos si les preparamos su comida favorita, una merienda rica, les traemos unos pañuelos, las abrazamos sin decir nada, les llevamos un trozo de chocolate, o lo que sea que sepamos que les guste y que les suele ir bien. El objetivo es aportar a su bienestar y reducir los focos de estrés mientras están aprendiendo a regular las emociones que les ha generado la pérdida, la experiencia que han vivido.

Si les dejamos su espacio pueden encontrarse con su intimidad y aprender a regular lo que sienten solas, aunque no debemos irnos demasiado lejos. Conviene hacer hincapié en que algún día la tristeza desaparecerá o dejará de ser tan intensa y lo vivirán diferente. Nada puede evitarles el dolor, pero nuestro acompañamiento puede ayudarlas a pasarlo de la mejor manera posible y a extraer valiosos aprendizajes para su vida adulta.

Fuente:
Revista Hacer Familia
Autora: Sara Desirée Ruiz
Educadora social especializada en adolescencia

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Educa en ser felíz, no en ser perfecto

Vivimos en una sociedad donde la perfección está demasiado valorada sin tener en cuenta que la perfección, simplemente no existe. Cuando se persiga la perfección la felicidad queda relegada en un segundo plano y no se disfruta de la vida, solo se busca un fantasma que no existe, una perfección que nunca llega. Si se educa en la perfección el niño en vez de ser feliz, se convertirá en una pequeña persona triste, frustrada e insegura.

La importancia de encontrar el equilibrio

Unos padres exigentes solo conseguirán que sus hijos sientan ansiedad por no satisfacerlos pero no encontrarán la satisfacción personal de hacer las cosas bien hechas. Se les estará robando la oportunidad de aprender de los errores, de sentir esa maravillosa sensación de que si te equivocas: no pasa nada.

Una equivocación nos enseña nuestras debilidades y nos permite ver el camino para alcanzar nuestras fortalezas. En este sentido, hay que buscar el equilibrio donde el niño sea capaz de equivocarse y aprender de los errores, pero no para buscar la perfección, sino para superarse a sí mismo cada día un poquito más.

La perfección de lo imperfecto

Si tuviera que escoger la perfección en la vida, escogería lo imperfecto. Porque lo imperfecto nos hace sentirnos libres, nos hace ver quiénes somos y cómo somos, nos ayuda a conocernos mejor y a conocer a los demás. Lo imperfecto es sinónimo de respeto y también de diversidad, lo imperfecto si se mira con buenos ojos, es sin duda lo más maravilloso y perfecto que puede haber en los niños.

Un niño no debe ser educado para sacar sobresalientes en todos sus exámenes, debe ser educado a esforzarse dentro de sus posibilidades e intentar superarse cada vez, sin tener tan en cuenta la notas, que son solo un número… una calificación. La perfección de la imperfección, está en estudiar, sacar una nota acorde a lo estudiado y darse cuenta de que puede hacer más y mejor… y superarse.

En lo imperfecto nos encontramos con padres que no castigan a sus hijos si suspenden un examen o si no son los mejores en el partido de baloncesto, pero les dan herramientas para hacerlo mejor la próxima vez, y lo consiguen. Es la imperfección de lo perfecto, porque para poder superarse hay que ser imperfecto, y quererse igualmente. Sin comparaciones, sin etiquetas.

Es necesario educar a los niños para que sepan que su felicidad no debe depender de las notas de un examen, o de si queda en mejor posición en una carrera o de si gana o no gana un premio en el recital de música. Es imprescindible educar a los niños para que sepan que la felicidad reside en el ahora, en vivir el momento presente, en saborear lo que está ocurriendo, lo que hacen, lo que sienten.

Porque la felicidad no es una meta, es un camino. Es importante que los niños entiendan que para ser felices hay que quererse, respetarse y aprender, que equivocarse no es algo malo. Los errores nos enseñan el camino y debemos ser humildes para verlo y seguirlo, porque de ese modo es cómo se llega al éxito.

Educar para ser feliz

Educar para ser feliz, significa vivir en un mundo donde las emociones son las protagonistas, donde la empatía y la asertividad deben estar siempre unidas de la mano. Donde los niños sepan ponerse en el lugar de otros, pero primero, deberán conocerse a sí mismos, valorarse y respetarse. Un camino en el que la disciplina positiva ayudará a lograr todo este recorrido.

Como padres, debemos dejar a un lado la competitividad que esta sociedad intenta inculcarnos, y permitir que nuestros hijos decidan, se equivoquen, lloren, tomen decisiones, aprendan, sientan frustración y también satisfacción… porque para ser feliz, hay que ser imperfectos.

Fuente:
Revista Eres Mama
Autora: María José Roldán.
Última actualización: 30 noviembre, 2020

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EPA Resolución de conflictos

Los conflictos suelen ocurrir porque tenemos opiniones diferentes acerca de cómo deberían ser las cosas, así como los intereses, necesidades y deseos muchas veces contrarios a los de los otros.

Afortunadamente contamos con una herramienta para resolverlos

Este modelo es aplicable tanto para adultos como para niños

EPA! PROBLEMA A LA VISTA

¡Cuando uno percibe que hay un problema en puerta, se dice a si mismo EPA! Y se prepara para resolverlo.

El acrónimo EPA se refiere a los 3 pasos a seguir para una resolución de problemas.

EMPATIA
PROBLEMA
ALTERNATIVA

EMPATIA

Implica ponerse en el lugar del otro, pedirle que nos explique su visión del problema, intentar comprenderlo y decírselo.

Ejemplo: Te entiendo que te moleste que yo llegue tarde, se que te molesta que te diga esto porque lo has escuchado muchas veces. Comprendo que te enojes porque tu hermano no quiere compartir sus juguetes.

PROBLEMA

Implica describir lo que yo siento en primera persona. Decirle al otro cual es nuestro problema, inquietud, necesidad, pero sin culpabilizarlo ni usar etiquetas (sos vago, gritón, maleducada)

Expresar mi inquietud en formas de conductas concretas, específicas y localizadas, para que el otro pueda comprender.

Ejemplo: “A mí me molesta cuando…”, “me pone triste que…”, “yo necesito…”, “para mi es importante que…”, “¿cuándo decís “es malo” podrías explicarme a que te referís?”

Una vez que hayamos expuesto nuestro punto de vista, propondremos a la persona que exponga el suyo, cual es la percepción del problema.

En este caso es sumamente importante que lo/a escuchemos atentamente, que no le interrumpamos ni valoremos o juzguemos sus palabras.

Preguntarle porque sería un problema, cual es la motivación que le hace difícil realizar la conducta necesaria ahora.

ALTERNATIVAS

Proponerlas y buscarlas colaborativamente junto con la otra parte. La idea es que esas alternativas puedan conformar, aunque sea parcialmente a ambas partes.

Podemos utilizar frases tales como ¿Cómo podemos solucionarlos?, ¿Qué podemos hacer? Escucha atentamente y sobre todo no critiques la propuesta del otro.

Cuando lleguen a un acuerdo ambos comprométanse a intentar llevar a cabo los cambios propuestos.

 

ASPECTOS A TENER EN CUENTA

El aprendizaje de esta técnica puede llevar algo de tiempo.

La negociación necesita una temperatura emocional adecuada. Si ambos están muy enojados será mejor esperar un poco a que estén más calmos.

Evitar acumular asuntos pendientes.

Evitar las expectativas exageradas.

Evitar las ideas que no ayudan: Ej. “¿Debería entenderme sin necesidad de tener que decirle”, “Porque tengo yo que cambiar?”

Al repetir esta estrategia ante los conflictos indirectamente le estaremos enseñando a la persona a negociar y a resolver problemas juntos

Fuente:
www.pequealma.com
Fecha publicación: 9 de Mayo de 2022
Lic Yanina Almaraz
Psicóloga infantojuvenil

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